Gustavo Reynoso y sus pasos en un puente hecho de bandoneón


                                       

Lo que acaban de escuchar se llama Bajo el puente y es parte de una obra titulada Sharjah, interpretada por Gustavo Nicolás Reynoso. 


Hermano menor de dos hijos de una mujer trabajadora llamada Elsa Reynoso y criado de Don Héctor Trossero, Gustavo Nicolás Reynoso nació en Paraná el ocho de septiembre de 1990 y desde pequeño vivió en Aranguren, departamento Nogoya, en la Provincia de Entre Ríos. Su vida junto al bandoneón se ha convertido en puente que conecta diferentes generaciones y países. Puede leer partituras, tocar la guitarra o el acordeón, pero principalmente “soy bandoneonista, que es lo que siempre estuvo”, afirma. El bautizado bandoneón “Regalón”, de marca Doble AA, es de 1935, pero entra en escena de la vida de Reynoso cuando éste tenía ocho años. Lo encontró en su casa, entre las cajas de un tío que no conoció. Se llamaba José Saluzzo —al cual agradecemos—. Un año después, abre la Escuela Municipal y allí Gustavo Nicolás comienza a recorrer el mundo de la música. Recuerda a su primer profesor, Norberto Brunner, con mucho cariño, y en el momento de la situación de entrevista, preparaba un viaje en el cual tomaría clases con el reconocido bandoneonista concordiense Santos Maggi. 


EL VIAJE EN BANDONEÓN 


— ¿Y qué es lo que te gusta de viajar? 

—Conocer gente, otros lugares, otra cultura. Como Argentina es un país históricamente nuevo, en relación a otros, vas conociendo otras costumbres, aspectos de la música, del lenguaje, entre otras cosas. 


— ¿Y cómo sale tu último viaje a Europa? 

— A mí me convoca Guillermo Zarba, con quien el año pasado grabamos su disco Los tiempos del agua, para presentarlo en Mesina, Italia. 


—El bandoneón, ¿tiene algún nombre, más allá de la marca? 

—El regalón, pues es el único. Los familiares de José me permitieron que lo siguiera teniendo. Según el lutier e investigador Oscar Fisher, que vive en Bs. As., éste bandoneón está hecho en Alemania por un lutier Italiano. 


 —Y con el instrumento, ¿haces composiciones propias o solamente interpretaciones? 

—Sí, hago composiciones propias y a las interpretaciones trato de arreglarlas, siempre utilizando elementos del lenguaje que ya están en la música. Principalmente en la música del litoral que es la que yo abordo. Tengo un tiempo encima con ésta música, y hago temas que me gustan o que elijo por alguna razón, desde allí trato de arreglar con cuestiones del lenguaje en general y del compositor del tema. En mi opinión, comprometerse con un instrumento no es solamente que vas a aprender a tocar y ya está. En relación a la escucha de las cuestiones musicales, no siempre se limita a lo que es lo técnico musical y al mundo del instrumento en sí. No se trata de una escucha superficial, es decir, solamente de lo técnico musical, sino también de indagar en el mundo del músico a interpretar y lo que acarrea consigo. Es la manera en la que yo escucho y es lo que tengo en cuenta a la hora de interpretar. 


EL ARTE Y LA CULTURA 

—Vos que pudiste viajar, ¿cómo ves al Arte y la Cultura en nuestro continente? 

—La música Latinoamérica está un poco aislada, es un terreno poco conocido para otras culturas. Si bien tenemos descendencia, acá ha adquirido otra cuestión desde el choque o esa fusión que se ha hecho entre las culturas de los inmigrantes, la invasión española y un montón de otras que han dado personalidad y un curso a esa música. Por eso me parece un terreno relativamente nuevo para otros países. Si bien el Tango es un género que ha tenido un desarrollo rápido, tanto en el crecimiento de la música como en su difusión; decir Argentina afuera es decir, musicalmente, Tango. Ahora bien, el cambio está sujeto a los medios masivos, que pueden tener otros planes y avasallar una música para que se pierda. Yo creo que en Argentina hay mucha apertura. Acá, en Paraná, hay oportunidad, desde el 2009 que estoy aquí y veo una red que posibilita la circulación de la música que decidí emprender. Entonces, veo también un… no sé cómo decirlo, desinterés. Siempre lo decimos con los colegas, porque uno se desvive difundiendo y enseñando. Se crea un microclima con gente allegada a los distintos géneros, pero desde lo masivo, eso parece impermeable. La gente se levanta, labura y luego prende la radio, ¿y qué pasan en la radio?... Entonces, veo un sistema pensado para gente que no se decide a una búsqueda. Hay un consumo impuesto. Lo preocupante es que la música folclórica, lo que se ha denominado folclórica en éste país, no tiene tanta cabida en los medios. En consecuencia, parece que queda como de tribu meterse en el viaje de tal o cual música. Y eso es la lucha, más allá de que yo lo vea como una cosa personal, así también lo viven otros colegas, y vos te das cuenta que la movida va por ese lado. 


LA PERSONA 

En la actualidad, como músico, interviene en dos propuestas instrumentales. Una es el trío integrado por Abelardo Coronel y Pico Rubio en guitarras, y otra es un dúo junto al guitarrista Mauricio Laferrara. También ha participado con sus colegas en la grabación de diferentes discos, hasta que aparecieron los suyos: Mensaje del litoral y esperanza, en 2011, y Por siempre querencia, en 2016, ambos por ediciones del Clé. Además de su trayectoria como músico, es estudiante avanzado en la Escuela de Música, Danza y Teatro Profesor Constancio Carminio, dependiente de la Facultad de Humanidades Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos. Y así siguen sus pasos, calzado con alpargatas, por un puente hecho de bandoneón.





Verano y en 2016